Iron Maiden en plan estelar y como tributo al continente que se ha alzado como uno de los epicentros de su fanatismo. Para su show de este domingo 10, en el Estadio Nacional, su primera vez en Ñuñoa tras años de intentos frustrados, los británicos llegan con renovados trucos escénicos y con un voluminoso equipo a cargo del DVD que registrará su paso por Latinoamérica.
Un team encabezado por un crédito de alto fuste: Sam Dunn, realizador de los mayores documentales de rock duro en los últimos años, entre los que se cuenta Metal: A headbanger's journey -estudio casi antropológico del género- y el alabado Rush: Beyond the lighted stage, que retrata la influencia del trío canadiense. Además, es el mismo tras Iron Maiden: Flight 666, producción que recoge su anterior tour y que incluye un par de minutos de su visita de 2009 al Club Hípico. Aparte de los pergaminos, el director trae un equipo de trabajo de 45 personas y una dotación técnica de 12 cámaras, entre las que destaca una situada en una plataforma movible, otras tres en las torres de luz y sonido, cinco frente al escenario, otras dos arriba y una aérea, que viajará por el Nacional a través de un pequeño helicóptero controlado a distancia.
En el espectáculo, el grupo muestra una de las escenografías más vistosas que han tenido en la última década, tema que siempre ha separado aguas entre los fans: mientras algunos acusan que Maiden aún se aferra a decorados estéticos demasiado precarios para su envergadura, otros dicen que es parte de su espíritu de banda metalera ochentera. Como fuere, esta vez traen un escenario de 21 metros de largo con dos torres en escena, una pantalla de cinco por cuatro metros al fondo y otras laterales de siete por seis metros. También habrá 500 luces fijas y 100 móviles.
Pero el mayor fetiche para sus seguidores será la presencia de un renovado Eddie-mascota representativa de los ingleses y uno de los símbolos del heavy metal- que ha sido rebautizado como "Big Eddie", por su aspecto más grande, tecnologizado y futurista. Por sus dimensiones, no vendrá en el Ed Force One -el clásico Boeing 757 privado que maneja el cantante Bruce Dickinson- y se trasladará por tierra.
Hay razones que justifican la obsesión del sexteto por Santiago. En la capital han ofrecido parte de los conciertos más multitudinarios de su historia, como el de hace dos años, cuando reunieron a 50 mil fans y el propio grupo reveló que se trataba del espectáculo en solitario más masivo que hayan dado en el continente. El conjunto llega este sábado 9 y, aunque no hay confirmaciones oficiales, podría reunirse con la prensa. Ya se han vendido cerca de 40 mil boletos y hay cuatro localidades agotadas (Pacífico VIP, Golden, Silver y Lateral General).
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