Mide cerca de 1.80 mts. Me sorprendió cuando lo vi pasar por primera vez junto a los fotógrafos, listo para posar como lo requería la agenda. Poco le queda de esa cara abultada y leve sobrepeso que vimos en “La Piedra Filosofal”; ya han pasado nueve años y siete películas por el cuerpo de Matthew Lewis, y se nota. Horas más tarde, en una entrevista más íntima lejos del tumulto mediático, me confesó que le cuesta mucho hablar de “sus fans”, aun cuando está conciente que la evolución satisfactoria de su look le traería frutos en ese aspecto más temprano que tarde.
Pero todavía estamos en la conferencia de prensa, y Laura, la intérprete contratada por Warner Bros., le susurra al oído en su idioma lo que los periodistas le preguntan en castellano. Él escucha atento, con los ojos perdidos en un punto al final de la sala. Su mirada es tranquila y su voz amable, pero sus brazos cruzados sobre la mesa y sus innumerables tics rascándose la nariz, la oreja o la barbilla, delatan su nerviosismo. Me inspira ternura. Es un actor millonario con miles de seguidores en todo el mundo, y todavía tiene mariposas en el estómago con las qué vivir y poner a raya. Todavía es un tipo sencillo, aunque de sus 21 años, 16 se han desarrollado bajo las luces del estrellato.
Contesta sobre lo interesante que ha sido crecer a la par que su personaje, Neville Longbottom, y cómo la saga Harry Potter refleja muy bien ciertos conflictos del mundo real que todavía están frescos en nuestras memorias, como las dos guerras mundiales o la persecución por temas religiosos o raciales. Que esa cercanía es parte de su éxito. Que conoció a J. K. Rowling y se sentía muy satisfecha por cómo él llevaba el personaje de Neville, lo que lo hizo fortalecer más su confianza en su trabajo. Y que se sorprendió con un Santiago tan bello, moderno. “Parte de la arrogancia europea”, confiesa.
Llega mi turno y hago mi pregunta en inglés, agradeciéndole primero que estuviera ahí con nosotros. Así logré que me mirara a mí y no a un punto errante mientras respondía. “La segunda parte es bastante cruda. Hay mucha pelea y sangre”, comienza. Le pedí que nos adelantara algunas imágenes de lo que veremos en junio 2011, ya que en esta primera parte de “Las Reliquias de la Muerte” -que se estrena en Chile este jueves- su personaje aparece por apenas unos segundos. “Fue muy entretenida de filmar, pero también muy dura, pues Neville tendrá mayor protagonismo liderando la revuelta desde Hogwarts. Hay muchos heridos, y muertos, y ruinas del colegio en cada esquina. Es un gran final, y espero que los fans salgan satisfechos”.
Guardé mis mejores preguntas para mi entrevista personal horas después, en un salón privado del Hotel W, pero la usual agenda atrasada del resto redujo mi tiempo a menos de 10 minutos. El saludo de Matthew a mi llegada compensaría mi frustración. “Tú eres la chica de la conferencia de prensa, ¿verdad?” me sonrió, dándome la mano. No me atreví a besarlo en la mejilla, pues los británicos no suelen congeniar muy bien con las maneras latinas más “amigables”. Me limité a devolverle la sonrisa, esperar que guardara su celular (pueden seguirlo en su Twitter, @MattDaveLewis) y preguntarle lo que alcanzara. Él ya era lector y seguidor de los libros antes de conseguir el papel de Neville, por lo que le pedí una tarea difícil: elegir la mejor película de las 7, no desde su visión como parte de ellas, sino como fan. “La Cámara Secreta” dijo, sin dudar. “Recuerdo muy bien la ambientación, el susurro del Basilisco que sólo Harry podía oír, las gotas de agua cayendo en los charcos… se me ponía la piel de gallina. El set mismo de la película es mi set favorito entre todas. Diría que cinematográficamente ‘Las Reliquias de la Muerte’ es la mejor, pero mi favorita personal es ‘La Cámara Secreta’”.Se avergonzó levemente al preguntarle por sus fans. No por los de la saga, si no por los suyos, de Neville, de Matthew. “Vengo de la pequeña ciudad de Leeds, al norte de Inglaterra, que no es precisamente Hollywood, si me entiendes” explica, jugando con el mantel de la mesa donde estábamos sentados. “Si algo comparto con Neville es que ambos somos lentos y torpes. Me cuesta entender la fama. Trato de responder todas las cartas que puedo y compartir con los fans, porque todo nuestro trabajo es para ellos, pero reconozco que me abruma. Es difícil entender que hay algo en ti que les parezca tan genial”. Su gesto, con el cuello escondido entre sus hombros, no podía ser más sincero.
La producción me obligó a terminar. Podría haber seguido hablando por horas. Volvió a darme la mano y me acompañó a la puerta. Ahí me salté el protocolo y pregunté lo que más me interesaba, mi tema fetiche, mi pasión: Fanfictions. “¡Me parecen geniales!” dijo, contento y genuinamente sorprendido de, creo, escuchar por primera vez una pregunta no hecha mil otras veces. “Harry Potter es un mundo irrepetible, muy vívido. Es buenísimo que los fans se apropien de él y hagan cosas a su antojo”. Un periodista amigo me delata. Le dice que yo escribí un fanfic muy famoso. “¿De verdad? ¡Excelente!”.
Me despido otra vez y me alejo de la sala. Solo cuando logré despojarme enteramente de mi postura periodística me di cuenta, con tristeza, que no le pedí su autógrafo o una foto con él. Regresé, pero ya había subido a su habitación. Mala suerte. Tendré que contentarme con el book de prensa, y con su voz en mi grabadora. Ser un fan adulto, y en horas de trabajo, es un obstáculo con el que hay que vivir. Como sus mariposas.
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